En Marcos, la mujer toca el manto de Jesús y es curada. Jesús siente que sale poder de él y se da cuenta que alguien lo ha tocado, pero no sabe a dónde fue ese poder ni quién lo tocó. Mientras que la mujer ya está curada, en Marcos, Jesús aún está tratando de averiguar lo que ha ocurrido.
En Mateo, Jesús es mucho más poderoso. Él supo de inmediato quién lo tocó y la mujer sólo se curó después de que Jesús le habló, como si el poder curativo esperara la orden de Jesús.